sábado, 10 de diciembre de 2011

MENTIRAS

Si lo pensamos bien, las mismas razones que nos impulsan a mentir, pueden impulsarnos a no hacerlo: Por miedo a ser descubiertos, por pereza, no hay que recordar los detalles de la mentira en el futuro, por orgullo, ¿cómo voy a caer yo tan bajo?, por conveniencia, odio, compasión, envidia, egoísmo, por necesidad, etc.


La paradoja del mentiroso dice así: “Esta oración es falsa”

Podríamos estar horas sentados intentando llegar a una conclusión sobre ésta afirmación. Por un lado pensaríamos que es una frase que afirma que es mentira lo que expone, sin embargo, por esta misma razón podríamos argumentar que dice la verdad, y que por lo tanto, no miente.

La diferencia entre las personas que dicen la verdad y los mentirosos es que estos últimos desean esconder la verdad, mientras que los otros desean revelarla. Y lo más paradójico del asunto es que el propio mentiroso debe guardar en un paño de oro la verdad, aunque sólo sea para que no se le escape por accidente.

Existe un estudio que afirma que el 98% de las personas piensan que mentir está mal. Así que, me gustaría conocer en qué momento concretamente ese 98% acaba definitiva e irremediablemente, mintiendo.

La mentira es una función social que guarda un valor importantísimo. Si tu novia después de una fiesta te preguntara si ella fue la más guapa del lugar, podríamos evitar la mentira y decirla que no fue así, que las había más bellas, aun sabiendo que nuestra sinceridad puede entristecerla o hacer daño.

Puede ser igual de importante y honroso el hecho de mentir o decir la verdad, ya que es la intención con la que hacemos una u otra cosa lo que hace defendible nuestros actos o no. Y es aquí donde surge el verdadero dilema moral. Mentir sabiendo que no se daña a nadie, más bien todo lo contrario, puede ser muchísimo más honroso que una verdad cruel que hace daño sin necesidad: "Tú eres gorda: ¿por qué crees que debes ser concursante de belleza?"

Podríamos ser unos cándidos, y desear que las mentiras se borren por completo del ámbito de la política, de la justicia, de la diplomacia, del periodismo y de otros muchos frentes de la vida, pero es algo virtualmente imposible. Como las guerras que estas mismas actividades, supuestamente, deberían prevenir.

En definitiva, podemos decir que el verdadero valor de un acto u otro reside en cada molécula intencional que guarda su autor. No es un argumento inflexible, pero pensémoslo cuando intenten juzgarnos personas que imponen y abanderan la falsa creencia de que todos los mentirosos son malos. Recordar esto cuando de forma inclemente os intenten juzgar aquellos que “nunca mienten”




Cortesía de:

SalammbôExperience.com // Regalos Originales // Regalos inolvidables

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