Aunque muchas veces se pasa por alto, no cabe ninguna duda sobre la siguiente afirmación: somos un organismo indisociable, integrado por circuitos reguladores, transmisores, bioquímicos, etc. Por este motivo, cuando se plantea la cuestión a la que hacemos referencia en el título, debemos tener clara una cosa: Nadie es racional o emocional, sino que todos somos racionales y emocionales.
Imaginar, que en nuestro cerebro se encuentran localizadas diferentes zonas, cada una de ellas actúa como un compartimento conectado entre sí con el resto por infinidad de ramificaciones nerviosas transmisoras. En uno de estos compartimentos localizaremos las “emociones”, y en otro las “razones o razonamientos”.
Es inevitable, cuando nos sentimos muy estimulados emocionalmente (el compartimento de las emociones está muy, muy, activo), éste contamina esta actividad al resto de compartimentos por medio de las ramificaciones nerviosas que antes mencionábamos. Es decir, nos cuesta tomar una decisión racional cuando nos sentimos muy “emocionados” y a la inversa, nos cuesta mucho tomar una decisión “pasional” cuando nos sentimos muy convencidos racionalmente.
En el amor, en el trabajo, jugando al póker o pintando un cuadro, da igual, pensaremos y sentiremos tomando decisiones en función de la victoria de una de estas variables.