Existen diferentes definiciones para tratar de explicar lo
que realmente significa “actitud”. De forma sencilla podríamos decir que las
actitudes son valoraciones que hacemos sobre personas, ideas, formas de
comportarse, o cualquier otra cosa que nos permita evaluar e inclinarnos a
favor o en contra.
Es importante decir que gracias a las actitudes podemos
reunir elementos que nos ayudan a predecir muchas conductas, y así, de manera
casi automática somos capaces de anticiparnos, como por ejemplo, a la hora de
elegir un regalo.
Nos ayudan a satisfacer una de nuestras necesidades más
básicas: organizar nuestro conocimiento para dotarnos de control sobre el
entorno. Una vez formada una actitud, nos inclinamos a buscar información y
recibir estímulos que refuerce o valide nuestra actitud, ignorando
selectivamente la información que no coincida con ella.
Un ejemplo muy bueno se encuentra en la wikipedia, cuando
dice:
Si asociamos el bien al amor, mientras que al odio, al egoísmo y la negligencia les asociamos el mal, disponemos de una ética elemental bajo la cual organizarnos.Desde el punto de vista afectivo, es posible encontrar algunas actitudes básicas en el hombre, que servirán para describir su comportamiento social del mundo. Así, la actitud del amor implica compartir penas y alegrías (que habría de ser la respuesta), mientras que el estímulo serían las penas y alegrías originales que luego habríamos de compartir.
Ahora bien, podemos modificar o reorientar nuestras
actitudes, y lo que suele ser más interesante: Pueden o podemos cambiar la
actitud de los demás, es decir, podemos “persuadir”. Todos en algún momento hemos intentado persuadir a alguien.
Puede haber sido a la hora de vender algún producto o servicio, o quizá, cuando
intentábamos ligar con el chico/a de turno.
Para influir y cambiar la dirección
de las actitudes de aquellos que intentamos persuadir, debemos tener en cuenta
el mensaje que vamos a expresar, igualmente importante es contar con un buen
emisor, considerar claramente los aspectos más significativos del receptor,
confeccionar un buen mensaje, y por último, elegir el canal más apropiado.
Existen estudios relacionados con una psicología
tradicional, que afirman que los mensajes emitidos por personas atractivas
persuaden más. Que las personas que hablan rápido persuaden con más facilidad.
Que las personas expertas poseen una mayor facilidad para persuadir, etc.
Aun así, suceden casos igualmente interesantes cuando nos
sorprendemos cambiando nuestra actitud ante personas que intentábamos
persuadir. El persuasor, acaba persuadido.